Thierry Martin, dir., Mathématiques et action politique. Études d’histoire et de philosophie des mathematiques sociales, París, Institut National d’Études Démographiques [INED], 2000, 225 pp.
A la vista del catálogo de nuestro Instituto Nacional de Estadística, quién dejará de sorprenderse al descubrir entre las colecciones auspiciadas por el INED francés una dedicada a los Clásicos de la economía y la población, con cuidadísimas ediciones de Condorcet, Süssmilch, Quesnay, Graunt.... A esta colección se suma ahora, bajo la dirección de Eric Brian (EHESS), otra serie de Estudios e investigaciones históricas, cuyo primer volumen comentamos aquí. Matemáticas y acción política, compilado por Thierry Martin (Université de Besançon), es, además, una excelente representación de los trabajos que en Francia se desarrollan en torno a la matemática social desde múltiples enfoques (históricos, filosóficos, sociológicos... ).
La articulación de estos enfoques quizá sea el aspecto más original y fructífero de esta tradición francesa. Como ilustración de sus orígenes, resulta un acierto por parte de Thierry Martin la inclusión de un antiguo trabajo publicado por Georges-Théodule Guilbaud en 1949 para presentar la teoría de juegos a los economistas franceses . Guilbaud supo advertir la continuidad de los trabajos de Von Neumann y Morgenstern con los de los matemáticos de la Ilustración (de hecho, fue Guilbaud el «corresponsal» que advirtió a Kenneth Arrow de los antecedentes de sus trabajos en la obra de Condorcet) y contribuyó a fundar, en ese espíritu, el Centre d’Analyse et de Mathématiques Sociales de la EHESS. Desde allí Marc Barbut impulsaría, años después, el Seminario de Historia del cálculo de probabilidades y de la estadística con trabajos como el que se incluye en este volumen: una sutil exploración de los argumentos estratégicos de Maquiavelo desde la teoría de juegos.
Pero no se trata de una iniciativa exclusivamente parisina. Desde Besançon, el Laboratorio de investigación filosófica sobre lógica de la acción, dirigido por Robert Damien, organiza regularmente coloquios internacionales que reunen a especialistas internacionales, como el que dio origen a este volumen. Muestra de los trabajos que en él se desarrollan es el texto del coordinador del volumen, Thierry Martin, en el que se analiza el ajuste entre los modelos matemáticos de decisión y las decisiones empíricas. En una perspectiva igualmente filosófica se cuentan los trabajos de E. Picavet (U. París I) y D. Parrochia (U. Montpellier) en los que se discute, respectivamente, la articulación de los enfoques sanitario y económico en las decisiones médicas y el alcance de la modelización matemática del concepto de utilidad a la luz de sus orígenes intelectuales.
Pero quizá el relator más evidente entre matemáticas y política sea la economía. Marco Bianchini (U. Parma) nos muestra que esto ya ocurría en la Italia del siglo XVI, a través de un estudio de la obra de Gasparo Scaruffi. En ella se exige la intervención gubernamental para asegurar la estabilidad del orden monetario (dato da Dio & osservato dalla Natura), cosa que el autor aconsejó en diversas memorias enviadas a numerosos príncipes. Por su parte, y ya en el siglo XX, Sebastian Herz (U.T. Berlin) opone a este consejero aulico la figura del consultor representada por el interesantísimo estadístico alemán en Ernst Gumbel, de quien se incluye, además, la versión francesa de su «Klassenkampf und Statistik» (1928). Merece la pena leer paralelamente su análisis y el que Michel Armatte (U. Paris-Dauphine) nos ofrece de X-Crise, el grupo de ingenieros franceses que en esa misma época defendió la planificación como alternativa tecnocrática para enfrentar las crisis económicas.
Es interesante advertir el difícil equilibrio de Gumbel para defender al mismo tiempo que «la estadística es una ciencia específicamente capitalista» y, sin embargo, necesaria para la planificación económica. Como explica Hertz, a un lado tenía a economistas como los de X-Crise y al otro a los gestores soviéticos que pretendían prescindir de ella ante el inmediato advenimiento del comunismo. ¿Triunfó la estadística en Occidente por las razones que alegaba Gumbel en su escrito? El estudio de Armatte ofrece indirectamente algunas claves para mostrar que el pensamiento de Gumbel, dejando a un lado su opción política, no difería tanto del de los propios planificadores capitalistas.
Finalmente, el estudio de Eric Brian toma como objeto la propia demografía, a propósito de la cual plantea un dilema clásico: las cifras que nos proporcionan los demógrafos de otros tiempos (las que encontramos en los quipus incas o en los archivos de la Francia revolucionaria) ¿en qué medida son conmensurables con los números con los que cualquier demógrafo actual opera? El dilema que plantea su propia artículo es si una sociología objetivista (de inspiración bourdieusiana) puede explicarlo.
En suma, no se trata de un estado de la cuestión, pues los estudios que aquí se presentan intentan más bien replantearla, superando viejas polémicas ya completamente ausentes de este volumen (la disputa del positivismo, las ciencias sociales como forma de brujería...). Se trata ahora de contrastar distintas perspectivas (filosóficos, sociológicos, etc.) no necesariamente armónicas, con objeto de que aparezcan nuevos enfoques para estudiar los nexos entre matemáticas y acción política. Que sea un organismo público como el INED la que nos ofrezca la oportunidad de iniciar este debate resulta admirable, y demuestra, de un modo irónico, las tesis de Gumbel: la perversidad de las instituciones capitalistas es tal que animan la discusión sobre sus propios cimientos. Esperemos que pronto se dé el caso en España.
{Marzo 2002}
{Theoria 17 (2002), pp. 391-392}
{Theoria 17 (2002), pp. 391-392}
Yo me enteré de lo que era la tradición francesa de la aritmética política después de tres años consecutivos de visitas al Centro de Matemáticas y Análisis social, de donde proceden muchos de los trabajos reseñados en este volumen. Supongo que todavía sigo en el empeño de explicar en qué sentido la aritmética política supone una perspectiva distinta de la de sus continuadores contemporáneos. De hecho, quedó pendiente de reseñar un segundo volumente que editó Thierry Martin sobre el tema, no mucho más concluyente que éste, aunque los artículos no fueran menos interesantes.
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