15/4/09

Jon Elster, Sobre las pasiones. Emoción, adicción y conducta humana, trad. de J.F. Álvarez y A.Kiczkowski, Barcelona, Paidós, 2001.

Todavía hoy, a Jon Elster se le asocia en España con el marxismo de la elección racional, esa lectura analítica de la obra de Marx que se originó en las sesiones del September Group entre Londres y Oxford a principios de los años ochenta. Como filósofo de las ciencias sociales —una de sus muchas caras—, Elster defendió entonces un enfoque de la explicación intencional basado en mecanismos, canónicamente ilustrado por los modelos de elección desarrollados en la teoría de juegos. Pese a su acuidad formal, no estaba demasiado claro cómo se inscribían tales elecciones en la tantas veces confusa subjetividad del elector empírico. Por su parte, Elster nunca eludió esta dificultad y comienza a explorar una amplía casuística con la que ejemplificar tales mecanismos en sucesivos trabajos, bien conocidos del público español: Ulises atándose al mástil de su nave para escuchar el canto de las sirenas, la zorra que renuncia a las uvas verdes, etc.

No es extraño que su obra desembocase en un amplio estudio sobre las emociones que dio a la imprenta en 1999 con el título Alquimias de la mente, cuyo primer capítulo se dedicaba precisamente a la cuestión de los mecanismos. Allí donde no se dispone de leyes, defiende Elster, la explicación debe basarse en esquemas causales que den cuenta de por qué, en unas circunstancias dadas, algunas ocasiones ocurren unas cosas y otras veces no. Se objetará que este enfoque es más bien casuístico, y ajeno, por tanto, a nuestros ideales científicos, pero probablemente a esa admirador de Montaigne que es Jon Elster esta calificación no le disgustará. Así como éste desgranaba la diversidad del alma humana en sus Ensayos, Elster estudia los sentimientos examinando incontables ejemplos extraídos de los más diversos dominios mundanos (proverbios, novelas, ...) y académicos (neurología, fisiología, psicología...) en busca de mecanismos, ya que no de leyes

Lo que para algunos es, peyorativamente, dispersión intelectual, para Elster probablemente sea fidelidad a la propia condición rapsódica del campo. Así, en 1999 edita también Getting Hooked, un volumen sobre la adicción en el que participan, entre otros, economistas, sociobiólogos, psiquiatras y filósofos. Puesto que no hay leyes que sirvan como criterio de demarcación, no bastará un solo enfoque para agotar un fenómeno como la adicción. La búsqueda de mecanismos será, necesariamente, interdisciplinar.

Sobre las pasiones, basado en las conferencias Jean Nicod dictadas en París en 1997, es una buena introducción a estas pesquisas del último Elster. Se trata de un análisis comparado de las emociones y la adicción, en el que nuestro autor explora las posibles homologías entre los mecanismos que operan en ambos fenómenos —así, los capítulos 2 y 3. Además, se pretende analizar cómo se articulan emociones y adicción con normas, valores, conceptos y creencias culturamente mediados (cap. 4) y también de qué modo afectan a la elección (cap.5).

El programa no pudo ser más ambicioso, y quizá por ello el resultado sea algo decepcionante, si se compara con los otros dos volúmenes que antes citábamos. En su estudio de las emociones, Elster no sólo evita cualquier análisis filosófico —como los ensayados recientemente por David Casacuberta, entre nosotros—, sino que se resiste a cualquier reducción causal, ya sea desde la fisiología, la neurología, la etología, etc. Nuestro autor se queda a un paso del célebre Ignorabimus de aquel fisiólogo positivista enfrentado al misterio de la conciencia que fue Emil Du Bois-Reymond (cf. p. 51) y opta por una descripción fenomenológica de las emociones entre Teofrasto y La Bruyère.

Un tratamiento casuístico requiere una considerable extensión, y las treinta páginas que Elster dedica al tema de cultura, emoción y adicción son claramente insuficientes comparadas, por ejemplo, con el tercer capítulo de las Alquimias de la mente. El capítulo 5, «Elección, emoción y adicción» quizá sea el más compacto, tanto por las gradaciones que se introducen en el propio concepto de elección (según la sensibilidad a la recompensa), como por la actualidad de los asuntos tratados («La elección de convertirse en un adicto», «La adicción y el autocontrol»). Si en estos temas el ensayo filosófico compite en el mercado editorial con los libros de autoayuda, por una parte, y con el género de la farmacología folk que con tanto éxito practican autores como Antonio Escohotado, Sobre las pasiones presenta un enfoque racionalista que bien merecería una atención del público. Además, esta vez, a diferencia de otras, la versión española lo merece. Esperemos que abra paso a nuevas traducciones, igualmente sólidas, de los últimos trabajos de Elster.

{Octubre 2001}
{Isegoría 25 (2001), pp. 314-315}

1 comentario:

  1. De nuevo, un encargo de Isegoría sobre un tema en el que no tenía (ni tengo) particular competencia. No obstante, la dificultad no está tanto en el tema como en el autor. Elster está aquí a un paso del escepticismo, no porque tenga argumentos a priori concluyentes, sino porque sabe lo suficiente de los distintos aspectos del tema como para dudar de la posibilidad de una ciencia de las emociones. Como me decía el propio Elster una vez, prefiere competir como un decatleta antes que como especialista en una disciplina particular. Seguir los argumentos de un decatleta no está al alcance de cualquiera, me digo para consolarme al releer esta reseña...

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