Comentábamos, en un número anterior de Empiria, la aparición de la versión española del libro de David Bloor Conocimiento e imaginario social, acusada algunas veces de idealismo por otros tantos críticos de su sociología de la ciencia. Le toca ahora el turno al materialismo, pues acaba de aparecer La ciencia en la encrucijada, un extenso análisis de una de las obras emblemáticas de la sociología marxista de las ciencias, Las raíces socioeconómicas de la mecánica de Newton, la ponencia presentada por Boris Hessen en el Segundo Congreso Internacional de Historia de la Ciencia y la Tecnología celebrado en Londres, en 1931.
Como muchos ya sabrán, Hessen formuló sus tesis aplicando al análisis de la obra de Newton, y en particular a sus Principia, los principios del materialismo marxista: se trataba de establecer los factores económicos y sociales a partir de los cuales se gestó, explicando a partir de aquí sus logros y, especialmente, sus defectos. La influencia de Hessen es tan amplia como difusa, pues son muchos (y muy ilustres) los que defendieron o atacaron sus tesis: baste mencionar a A.R.Hall, R.K.Merton, S.Toulmin o G.Basalla, pero tampoco dejará de recordar a Hessen el lector de Leviathan and the Air Pump. Considerando la falta de estudios españoles sobre Hessen, no podrá dudarse del interés de un análisis como el que Pablo Huerga emprende en La ciencia en la encrucijada, que tiene además el aliciente de ofrecer en un extenso apéndice, de casi 200 páginas, la traducción de numerosos textos de Hessen hasta ahora inéditos en nuestra lengua, más una versión anotada de Las raíces.....y un apunte sobre su biografía.
Conviene advertir, sin embargo, que el propósito de Huerga no es filológico o erudito: pretende más bien polemizar con Hessen a partir de un análisis filosófico de su obra, oponiendo a sus tesis las de la filosofía de la ciencia también materialista de Gustavo Bueno. Así, por una parte, se interpretan y critican los fundamentos filosóficos de la idea de ciencia ejercitada por Hessen desde sus fuentes en la obra de Engels y el marxismo soviético; a ello se dedican principalmente los cinco primeros capítulos y los cuatro últimos. Por otra parte, Huerga ensaya una interpretación alternativa de los materiales analizados en la ponencia de Hessen, intentando mostrar que su crítica no se refiere a una mera disparidad de opinión sobre qué se entiende por materialismo: se trata de explicar la condición filosófica o sociológica de la mecánica de Newton. De esto se ocupa la parte central de la obra, los diez capítulos restantes.
De los cinco epígrafes de la ponencia de Hessen, Huerga se concentra en la parte que se refiere al credo teológico de Newton, en la medida en que aquí se apreciarían los compromisos sociales del autor -a través de su asociación con los latitudinarios, etc.-, como las servidumbres de su mecánica, principalmente a través de su concepción de la materia. Si bien disponemos ya de un buen número de estudios sobre los nexos entre ciencia, religión y política en la Inglaterra del XVII, no ocurre lo mismo con la obra teológica de Newton, pese a que su volumen supera ampliamente al de sus escritos científicos.
El aspecto más original del análisis de Huerga se refiere, por tanto, a la intersección de teología y física, atendiendo en particular a los Principia y la Óptica, vindicando la concepción newtoniana de la materia contra Hessen. Se trata de uno de los más antiguos motivos de la sociología del conocimiento, al menos desde Durkheim: la analogía entre el orden social y el orden del cosmos. Así como el monarca exige plena sumisión a sus subditos, el Dios omnipotente de Newton sólo admitiría una materia absolutamente pasiva. Esta vendría a ser la interpretación de Hessen, que defendió contra Newton el materialismo cartesiano.
Huerga, en cambio, y con independencia de las intenciones manifestadas por Newton, relativizaría esta pretendida inactividad de la materia, atendiendo, por un lado, a su concepción de la inercia, y por otro, a la misma sumisión divina a las leyes de la mecánica, que restringiría su omnipotencia. Sin embargo, diríamos que Huerga insiste más en la vertiente apagógica de sus argumentos (i.e, mostrar que el materialismo cartesiano no era lo que Hessen pretendía), que en probar positivamente sus tesis, lo cual dificultará, sin duda, su aceptación, considerando su originalidad. En principio, porque Newton se ocupó de la materia, antes y después de los Principia, en contextos no exclusivamente mecánicos (v.g., al tratar de fenómenos químicos, eléctricos, ópticos, etc.), donde los corpúsculos aparecen animados por “principios secretos de insociabilidad”, “naturalezas incorpóreas”, etc. Nuestro autor, desde luego, no lo ignora: quizá restrinja simplemente su análisis al dominio de los Principia (y acaso a ciertas partes de la Óptica), donde estas expresiones no aparecen. Pero, en general, poco se dice sobre la materia, y tampoco mucho sobre Dios.
La paradoja de esta interpretación de Huerga es que se interpreta a Newton allí donde permanece más silencioso: si el Dios omnipotente del Escolio General de los Principia no puede ejercer su dominio sobre las leyes de la mecánica, cambiándolas, ¿por qué debemos interpretar esta aparente contradicción en términos de una subversión filosófica de la idea de Dios (tomándolo como la natura naturans spinoziana (pág.308)) y no, más bien, como un simple residuo teológico extraviado en los dominios de la física (pág.228)? Y si se trata del Dios de los filósofos y los teólogos, ¿cuál es la teología de Newton, más allá de su obra científica?
Se echa de menos, por último, puesto que de Hessen se trata, alguna consideración sobre los dilemas que plantea explicar los orígenes tecnológicos de las tesis de los Principia, o su interpretación política, si alguna cabe. Pero ello se ve compensado, por otra parte, con un buen número de análisis sobre distintos aspectos de la teoría marxista y su desarrollo soviético, sobre los que aquí no podemos extendernos, pero que no dudamos en recomendar, avalado como está por la autoridad de Serguei Kara-Murza, autor del prólogo.
El panorama de la filosofía y la sociología de las ciencias en España se ve enriquecido, en suma, una obra valiosa, que nos introduce en la vida y la obra de Hessen, a la vez que en algunas de las disputas más vivas de nuestro tiempo.
{Marzo 1999}
{Empiria 2 (1999), pp. 283-4}
{Empiria 2 (1999), pp. 283-4}
Muchas editoriales españolas tienen la costumbre de publicar Tesis doctorales tal cual fueron presentadas, lo cual les ahorra (a ellos y a los autores) el trabajo de edición que tanto mejora la lectura. El resultado: 700 páginas que ocultan al lector la parte más perdurable de la obra, los textos del propio Hessen, todavía hoy (en mi opinión) desconocidos para la mayor parte de los sociólogos y filósofos españoles. Creo que lo serían algo menos si el libro hubiese sido algo así como: Boris Hessen, Las raíces socioeconómicas de la mecánica de Newton, edición de P. Huerga, ... Y habrían bastado 300 pp.
ResponderEliminarhttp://www.nodulo.org/ec/2002/n009p24.htm
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